Blues ácido, corrosivo en una niebla espesa —como esa portada encargada a James Jhonston— pero también poético, donde se combinan imágenes mentales y sentimientos profundos, que salen de las entrañas para exteriorizarlos en canciones con letras breves y rotundamente concisas evocando a un anhelo de amor indefinible. Buscando texturas en sus interpretaciones para exorcizar lo que llevan dentro. Black Toska nos deja un Ep de seis canciones de menos de tres minutos cada una, más que suficiente para demostrarnos que son una banda dotada de intensidad cúbica e inusual. Reminiscencias aladas que nos recuerdan a la intensidad de un angustiado Nick Cave o el descaro primerizo de PJ Harvey, incluso a un Captain Beetheart pintando cuadros en su desván de retiro o un Jeffrey Lee Pierce revisando viejos discos del blues que debería escuchar en su adolescencia. Influencias reconocidas también de 16 Horsepower o Wovenhand.
Black Toska nos hablan en sus letras de respiración mohosa, de presión en el pecho y de patios de huesos, algo que nos resultaría casi funesto si no fuera porque son capaces de transformar siniestras sensaciones en rabia contenida que no acaba de escapar porque si lo hiciera ya no estaríamos hablando de una banda que
se reconoce deliberadamente underground.
Los medios tiempos de Treachery propios de Kim Salmon mirando al suelo, pasan a la celeridad de redobles en una Someone’s Nightmare Blues más sosegada, con About Doves & Hawks, se vuelve todo mas orgánico y natural. Come Closer es ese puente de piedra que se cruza en la noche con farolillo incluido. Four Seasons Love clinquinea armónicos de ultranza amorosa y Wolves Rats & Crows vuelve a la acidez por si no teníamos claro de qué iba el cuento. Todo en menos de un cuarto de hora.
– Texto: Artefactum Fanzine –