Alquilaron una casa con piscina en Daimiel en julio 2020. Las restricciones más duras de la pandemia se habían relajado y los habitantes de esa casa, Miren, los músicos y algunos amigos, tenían la euforia de quien, de forma inocente, cree que algo horrible se está acabando. Con este espíritu de euforia trascendental y con la mística de Santa Teresa rondando por la casa, Tulsa grabó su éxtasis particular, con la producción de Ángel Luján y algunos músicos habituales: Alex Moreno, Betacam, Ramiro Nieto y Charlie Bautista. Luca Petrica lo mezcló en los estudios Reno y Javi Vaccum lo masterizó en Zaragoza.
No es un disco coherente, ni lo pretende, casi rehúye la coherencia, avanza a ciegas a golpe de impulso y emoción. No hay colaboraciones estelares. Es pop de autora, conviven en el disco la canción melódica y las baladas de outsider. La voz narradora es la de alguien que busca algo con desesperación, que se queda fuera, observando la vida desde el otro lado del cristal, el éxtasis desde la distancia.
